GYPSY
Tuvo Una Infancia Como Menos, Difícil
Gypsy era pequeña, quienes la conocían calculaban que tendría un
metro y medio de alto. Estaba postrada en una silla de ruedas. Un par de
anteojos enormes cubrían su rostro redondo. Era pálida y flaca, tenía dientes
de apariencia frágil y desagradable. Se alimentaba a través de un tubo. A veces
Dee Dee debía llevar un tubo de oxígeno con ella, con una cánula nasal envuelta
tras las pequeñas orejas de Gypsy. Si preguntabas sobre el diagnóstico de su
hija, Dee Dee te daría una larga lista de síntomas: cromosomas defectuosos,
distrofia muscular, epilepsia, asma severo, apnea, problemas en la vista. Según
Dee Dee, Gypsy fue así desde bebé. Había tenido que pasar un tiempo en cuidados
intensivos para recién nacidos. De más joven había padecido leucemia.
Este
sinfín de crisis de salud dejó sus secuelas. Gypsy era amigable y abierta, pero
su voz era aguda y aniñada. Dee Dee solía recordar a la gente que su hija había
sufrido daño cerebral. Tuvo que ser educada en el hogar porque nunca había
podido estar al nivel de otros niños. Según Dee Dee, Gypsy tenía la mente de
una niña de siete años. Era importante recordarlo al tratar con ella. La niña
amaba los vestidos de princesa y los disfraces. Usaba pelucas y sombreros para
cubrir su cabeza. Su favorita parecía ser la de cenicienta, rubia y con rulos.
La usa en muchas de las fotografías que tiene junto a su madre. Siempre estaba
junto a su madre.
“Somos
como un par de zapatos”, dijo Gypsy una vez. “No servimos por separado"
Su
Caso Ganó Notoriedad Cuando Su Hogar Fue Destruido Por El Huracán Katrina El
Año 2005, y junto a su madre debieron vagar por
las calles del sur de Estados Unidos durmiendo en parques y hospitales.
La
situación no demoró en llegar hasta los medios de una niña condenada a
sufrir los peores dolores físicos imaginables, y su madre se mostraba como
una mujer fuerte que había logrado escapar de un hogar abusivo gastando cada
peso de la ayuda social en los diferentes tratamientos que su hija requería.
Los
vecinos de un pequeño pueblo en Missouri, conmovidos con el caso, construyeron
una casa para ambas con todas las instalaciones que Gypsy necesitaba. Ambas
vivieron felices dentro de una comunidad que las acogió, y recibieron
diferentes beneficios de artistas, organizaciones y doctores cristianos que
evaluaban a la niña al menos durante 5 días a la semana.
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